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LOS MISTICOS FRANCISCANOS 19 Sus primeros compañeros forman asimismo, no un caso aislado, sino conistelación de místicos en una Vía Láctea de inmenso serafinismo. De Bernardo de Quintaba!, su primer adherido, dicen que era tan contemplativo que el mismo San Francisco temía hablar con él por no turbar su santidad: «ne turba– ret ejus sanctitatem». Fray Silvestre tuvo tal intimidad con el Señor, que de él dijo Mariano de Florencia que hablaba como Moisés, de amigo a amigo con Dio{,: «loquebatur sicut Moises cum Deo quasi sicut amicus cum ami– co». Fray Rufino, de quien afirmaba el Seráfico Pa– dre «que estaba canonizado en el cielo viviendb en la tierra. Fray León, pecorella seraficaJ ilustrado con profético espíritu, tocaba y besaba los pies de San Francisco cuando éste arrobado, arrebatado en éxtasis, conversaba con el cielo. Fray Felipe Lon– go,: purificado místicamente con el carbón encen– dido como Isaías: «tactus calculo ignito sicut Isa1as». Si andamos unos años más en la historia fran– ciscana, vemos casi en la vida del Santo fundador a Fray Bolandino de Florencia «vir contempl;~Jivus», por méritos de su ejemplaridad. Fray Andrés de Atría «vir magnae devotionis et contemplationis». Fray Reinaldo de Reate «q_ui cum signo crucis coe..: · los i11uminabat ... » A los tres años de enterrado se irguió stt caµáver en el sepulcro para dar lugar a otro Hermano que acababa de morir y caretjá <le nicho o enterramiento bastante.
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