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l'i8 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA Se equivocan los que creen que la mística de Sa– les, de Ignacio y de Francisco es una melosidad se– ráfica. El fundador de Menores y su doctor repre– sentativo San Buenaventura, son serafines, pero de fuego no de azúcar. Huysmans se equivocó al lla– mar a San Francisco de Sales santo meloso. Eso es falta de comprensión de su virtud. Mejor lo enten– dió y comprendió M. Ollier, fundador de San Sul– picio al decir de aquel «doctor de las buenas mane– ras» que en medio de su urbanidad gentilicia era el Santo más mortificado de todos». Se educó en el Combate Espiritual que es de estirpe franciscana. En Etudes franciscaines prueba el Padre Ubal– do de Alenzón ( 1) que el Combate espiritual de Scu– poli trae en parte su inspiración directa, directe et certaine del Tratado de la paz interior del francis– cano Padre Juan de Bonilla ( 1580) que se reimpri– mió en París en 1912 (2). El Padre Bonilla en su tratado lleva el mismo método practicado por San Francisco de Sales: «La paz solo se obtiene por el vencimiento propio.» Por esto tal vez, y por todo lo que corre en las páginas de Sales ha dicho Mackey en su edición de las obras del obispo de Ginebra: «que tiene todas las analogías de las producciones españolas, y que no sin fundamento se le puede atribuir el mismo origen. (1) Enero 1912. (2) Traité de la Pax de l'ame. (3) N ouvelle traduction fran1:aise.

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