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174 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA bía para qué anotarlo, cuando Suárez mismo, que conocía las cosas y las ponderaba en su balanza pe– sando el pro y el contra, admite que las meditacio– nes de la cuarta semana pertenecen de lleno a la vi– da contemplativa. No diremos que el Padre Rodrí– guez no embarullase algo el asunto confundiendo o no distinguiendo debidamente la contemplación extraordinaria de la ordinaria ( 1), pero de todos modos no fué sólo el Padre Baltasar el direc– tor de Santa Teresa; tuvo también otros Padres de la Compañía que ella tiene cuidado de elogiar (cap. 38). :rt., libro tam• Bien miradas las cosas, se descubre en los Ejer- bién mlstico. cicios la contemplación infusa que el alma humana recibe sin causa humana precedente. Sobre esto hizo un gallardo estudio el Padre Villada (2). Según el Padre Arintero, los Ejercicios nos lle– van hasta el umbral de la contemplación mística ( 3). ¿Cuál es la influencia. que recibe el libro de los Ejercicios? ¿De dónde se le deriva el caudal de su doctrina? Se ha querido decir que es una copia del Ezercitatorium de García Cisneros, que se imprimió en Montserrat en 1500; de él dijo Pourrat que ver– daderamente reglamentó la vida espiritual ( 4). En una obra reciente del benedictino Padre Baur, se (1) Tratado de la oraci6n, cap. IV. (2) Razón y Fe, tomo 50, págs. 18 y sigs. (3) Cuestiones místicas. Salamanca, 1916, pág. 68. (4) Le spiritualite chretienne, tomo 11, pág. 393.

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