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Alfonso de Madrid. 146 .INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA Si se me pregunta por qué Santa Teresa estima– ba tanto al Padre Osuna, diré que por ser un mís– tico que practicaba. «Es un practicante de lo que escribe», dice el Padre Mir en el discurso prelimi– nar de la edición de 1901 ( 1). Su libro no tiene orden didáctico, pero en cam– bio tiene una afluencia maravillosa de doctrina. Ape– nas conoce a los paganos, todo es escritural y pa– ,trístico con un· riquísimo caudal de ideas que se desbordan en las páginas de su libro, a manera de torrente. Su maestro místico fué su misma concien– cia, y encima de eso «fué uno de los escritores más naturalmente elocuentes y de mayor abundancia. Digamos finalmente que el tercer abecedario no es para todos, pero a Santa Teresa la encontró pre– parada para aprovecharse de él. El mismo B. P. Avila decía que los abecedarios dos y cinco pueden ser provechosos y recomendarse a todos ; no así el tercero, por la elevación de la doctrina mística (2). El Padre Osuna fué llamado con justicia el Cri– sólogo minorista. Sus obras fueron traducidas a casi todas las lenguas europeas. Eso probaba la inmensa estimación en que era tenido el insigne escritor. De· «mystica theologia» hay una obra suya en castellano y latín que se imprimió sin nombre del autor. El Padre Alfonso de Madrid. En la biblioteca te– resiana aparece un libro con el título Arte de a.mar. (1), XXIX. (2) Epistolario, edic. Rivadeneyra, 324.
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