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CAPITULO I LOS MISTICOS EN LAS ORDENES RELIGIOSAS Como capítulo de entrada expongamos- sumaria– mente la mística en las Ordenes Religiosas. Desde que el Espíritu Santo influye con sus do:. nes en las almas, las más favorecidas de éstas se han criado en los jardines religiosos. Los monaste– rios han sido focos de misticismo, y de todas y cada una de las Ordenes podría decirse con mayor o me– nor exactitud lo que el Padre Arintero decía de la suya, a saber: «Que era unidad de vía y homoge– neidad de vida.» Las antiguas Congregaciones que florecían en los yermos, podían representarse dignamente por San Macario el Grande, cuyas Exhortaciones están lle– nas de conceptos místicos. San Agustín, que nunca nos habla de sus «reve– laciones», vierte sin embargo en las Confesiones ( 1) tales frases de elevación, que tienen poco que envidiar a las más puras y legítimas concepciones místicas posteriores. El nos recuerda a los Canónigos Regula- (1) Bellísimo poema escrito con lágrimas, retrato del alma gigante del hijo de Santa Mónica «teólogo de la gracia». Tiene además Meditaciones, Soliloquios, etc. La mística en las Ordenes Re– ligiosas._

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