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-89- fluye en la vida de tal modo, que su acción, aunque lenta y silenciosa, es letal, pues, merced a su influencia, el organismo lang·uidece, el cuer– po sufre y todo el ser se debiHt~ y enferma. Ahora bien: sacad la espina del dedo y recobra– rá sus funciones. Del mismo modo, extraed las espinas del alma y el individuo adquirirá de nuevo vigor y lozanía. Desgraciadaménte ocurre, que todos se dan cuenta de la espina que se clava– ron en el dedo; pero son muy pocos los que se la dan de las que se clavaron en el alma.· Muchos decaimientos del organismo que paula– tinamente lo depauperan y corroen; las moles– tias sin cuento de obscura sintomatología, los pe– nosos estados neurasténicos etc., pocas veces se consideran causados por espinas o cosas, que a manera de cuerpos extraños, permanecen clava– dos en el espíritu, y, sin embargo, ellas son las causas verdaderas de esos fenómenos. Estos son fos llamados estados subconscientes. Según las modernas enseüanzas psicológi– cas, existe la subconsciencia, lugar del espíritu, donde permanecen almacenadas las ideas, los recuerdos, los sucedidos, sin que el individuo se perciba siempre de su permanencia, y cuando los recuerda la memoria y por su índole son re– probados por la conciencia, provocan alteracio– nes en el organismo que se traducen en enfer– medades, desconocidas las más de las veces. De creación reciente es la escuela llamada del freu-

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