BCCCAP00000000000000000000168

-75- ¿Más quién podrá contar las· excelencias de la fe, su hermosura, su grandeza, y su admirable fecundidad? Nadie. ha hecho de la fe un elogio tan cumplido, tan elocuente y sublime como el Apóstol San Pablo en su carta a los Hebreos.. De pie sobre la cima del Calvario, sin mirar los, frutos copiosísimos de la pasión de Cristo, el gran Apóstol se vuelve hacia el pasado y evoca siglo por siglo cuanto de maravilloso y sublime se ha hecho con la fe: «Por la fe Noé llegó a ser el salvador del género humano y el segundo de la humanidad. Por la fe Abrahám fu:é el creador del pueblo de Dios, y porque no vaciló en sa– crificar a su hijo único, ha tenido por hijos gene– raciones más numerosas que estrellas hay en los cielos y arenas en la mar. Por la fe Moisés arran– có a su pueblo de la cautividad de Egipto, lo hizo atravesar el Mar Rojo, y lo condujo a la tie– rra de promisión. ¿Qué más diré?-exclama arre– batado el gran Apóstol,-el tiempo me faltaría" si me pusiera a discurrir sobre Gedeón, Baruch,. Sansón, Jefté, David, Samuel y los Profetas.. Con todo, el entusiasmo se apodera de su espí– ritu y sigue enumerando las obras de fe con arrebatadora elocuencia. «Por la fe, continúa, conquistaron imperios, taparon la boca de los leones, extinguieron la violencia del fuego, es 0 caparon del filo de espada, sanaron de grandes: enfermedades. Mujeres hubo que recibieron vi– vos a sus difuntos hijos. Hubo quiénes fueron

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz