BCCCAP00000000000000000000168

-72- pax, et non erat pax». (1) Asi fué, h. m.; de aquella horrible hecatombe no salió, no podía salir la paz, sino el odio. ¿sabéis por qué? Lo re– petiremos otra vez: porque les falta la fe. No buscaban un fin sobrenatural, sino la tierra, y como sembraron vientos, cosecharon tempes– tades.» {2) No nos cansaremos de repetir, que el don de la fe es la gracia más grande que Dios concede al hombre, porque sin ella es imposible agra– darle, según el Apóstol San Pablo. (3) Por tanto, 1a fe es el primero de nuestros deberes para con Dios. Pero es necesario, continúa el Apóstol, que el que se llegue a Dios, crea que hay Dios y que es remunerador de los que lo buscan. (4) Dios ha revelado al hombre, por sola su bondad, un tercer mundo, el mundo maravilloso de la gracia. Por encima de esos esplendores de la na– turaleza, campo ameno del artista y del poeta; más allá de esos principios, de esas leyes y de esos cálculos que arroban al matemático, al filó– sofo, al sabio, hay un tercer mundo tan superior al segundo, como lo es éste con relación al pri– mero: el mundo sobrenatural. Este mundo está (1) Jerm. VI, 14). (2) Ose. VIII, 7. (3) Hebre XI, 6. (4) lbid.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz