BCCCAP00000000000000000000168

-61- pléndido panorama que he bosquejado ligerisi– mamente, el hombre exclama como los niños, del horno de Babilonia: Benedicite omnia opera Domini Domino, laudate et superexaltate eum in saecala. Hermosísimas obras de Dios, bende– cid a vuestro principio y a vuestro ejemplar. As– tros del firmamento, bendecid a Dios. Vientos y tempestades, fuego y calor, brumas y escarchas,, nieves y hielos, bendecid al Señor. Tierras y co– linas, montes y valles, manantiales y fuentes, ríos y mares, bendecid al Señor. Criaturas todas; hi– jos de los hombres, bendecid al Señor. Alabé– mosle y ensalcémosle por todos los siglos de los siglos. Ni menos hay que notar sobre los demás sentidos del hombre, especialmente del oido. Es imposible dar una idea clara de la emo– ción que se esperimenta al escuchar las inspira– das composiciones de Bach, las celebradas so– natas de Beethoven, las piezas de los maestros Mozart, Hayna, Wagner, y las melodías de Schumann. Si algunos de mis oyentes tuvo la fortuna de oir al eminente tenor Gayarre, segu– ramente recordará con gozo, aquella voz sono– ra, limpia, argentina y al par robusta que enaje– naba los sentidos, teniendo absortas a miles de personas que escuchaban aquellas notas suavísi– mas, que más parecían de ángeles que de gar– ganta humana. Y era de ver el silencio profun– do, las internas emociones que lograba producir

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz