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-16- caro de carne mea... Hortus conclusus... emisio– nes tuae paradisus. ¿Pues, qué sería después en su alimento? Meliora sunt ubera tua vino, fra– gantia etc. .. Se víó lo de: Spes mea ab uberibus matris meae. Duo ubera tua sicut duo hinnuli capreae gemelli, qui pascuntur in liliis. (1) Medio para la misericordia. Butyrum et mel comedet... Esta grosura es la leche o néctar sua– vísimo. Miscuit Virginem lacte meo... Bibite et inebriamini... Lo de: Fascisculus mirrhae... Di– lectus meus mihi... ínter ubera mea conmorabi– tar, como lo trae Novarino, Umbra Virgo, Lib, 4, 4. Per tot dice, que en dar el pecho a su San– tísimo Hijo, mereció más que todos los marti- (1) Cant. IV, 5. llamado comunmente P. Carrogio, célebre predica, dor que falleció siendo Cura propio de San Vicente. Asímismo traté al P. Clemente de Sevilla que fué hasta su muerte Capellán de la Iglesia del Convento. Pasé largos ratos con el angelical P. Salvador de Sevilla, hablando del Convento y de sus tradiciones. El me indicó con el dedo la celda que ocupó el Bea– to Diego (hoy convertida en Capilla, donde está su retrato atribuido a Goya), y él finalmente, me dijo más de una vez: Que entre los Capuchlnos era creencia general y tradición constante, que la Santísima Virgen se apareció en el coro bajo del Convento de Capuchinos de Sevilla vestida de Pastora al Venerable P. Isidoro de Sevilla a fi– nes de junio de 1703. Además, la rapidez con que se extendió la devo– ción de la Pastora por España y América, la apro-

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