BCCCAP00000000000000000000168

-122- Espíritu Sardo, exclama a:l oír la salUfa.eión de su atigusfa prima.» Bendita ta entre las mujeres, y bendito el fruto de to vientre.» (1). La Iglesia afiacte, que el fruto es Jesús. Es fruto dé su vien– tre, porque a:sí como la manzana, que es fttito del manzano, y la hortalita que es fruto de lá: tierra, pará formarse sacan Si.t sustancia de la tietra, del mismo modo, Jesucristo pata: hacetsé hombre, sacó su sustancia, según el orden de ia natütaleia, de la sangre de Ia Virgen Mátía, Cdh ratón, pues, se dice que Jesús es fruto de su vie11tte bendito, o de sus entrañas. Y añadite– füos sin temot de equivocarnos; que lo es de una máriera más perfecta que lo son los demás hijos ordinarios, porque mientras que aquellos son fruto común de sus padres y de sus madres, Je– sucristo, concebido por obra del Espíritu Santo,; es por excelencia fruto exclusivo de las ·entrañas de la Virgen, nuestra excelsa Pastora. Ella lo concibe, Ella lo amamanta, Ella lo cuida, Ella lo acompaña, y a sus pies estaba cuando expiró en el madero santo de la cruz. La sangre divina que circulaba por las venas de Jesús, la que derramó en el Calvario con tanta profusión, su cuerpo santísimo hecho pan de los hombres, fué tomado de la Pastora de las almas. El fruto de la divina Pastora es Jesús, y Je– sús es la Vida. La Virgen por tanto ha dado Ía (1) Luc. 1, 28-42.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz