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-J18..::....; qtié entrafias de.'inisericordia fuetcHi estas? Cier.:: tafnente, ésta es dádiva digna de ta:l dador, obra de su bondad, muestta de su dtidad y testimo– titd de sü n':iisericordia. ¡Oh pan de los átígéles, mlmjar de vida, esfuerzo de füíquetá, co'tnpiifüg éle iiu'esfra peregrinación, alegría de nuestro des– fierrd, · parlidpaciott de íos mereéifuienfos · de Cristo y unión suavísima de nuestro espftitií cfüt Dios!». (i) ¡Cuánto, cuánto resplandeée en este dltísimo mistérid el amor infinito que Dios nos tie;ne, Y cómo se compadece de nuestfas fla– giietas! La 2arne está corrompida y es seauétota. Púes bien; el VerbO la toma eri la Encarnáéión de fas entrañas purísimas dé iá Virgen Maria (absque fdrnite peccati) y hace de ella la ftiente más pura de la humildad y de fa castidad. La cáffle es enemiga clel amor, porque fácilmente rdl:ni al éorazór:i el amor que a: Dios le debe. Je– sütrísto h11'ce de elta un foco de amor purísimo. Ei hombre caido se va tras lá ·carne sedticfora, la arria, 10 seduce, y muchas veces lo enerva' y ló vence, arrastrándolo a &ajetas que sonrojan. Eta preciso darle una carne purísima, itripetá– ble, libre de los desórdenes de la naturaleza tc5- rré>mpida; tina cátne, en fin, que pudiera a:mdt sin peligro de ningún género. Jesucristo lo hace divínamente; busca como Bueri Pastor a la ·ové- (1) Citado por Sauvé, tom. I, pág. III.

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