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-114- yenc,er las pasiones bravas y pujantes, sobre to– do, en los días borrascosos de los años juvenH,es .cuando todo se ve de color de rosa? ¿Quién? El Ojos de la Eucaristía. Y cuando el homb_re cae en el abismo de la culpa herido de muerte, y separado del cielo por una distancia inmensa, que no puede salvar por su.s propias fuerz¡¡.s, ¿,quién lo saca de aquella sima? El Dios de la Eucaristía. ¿Quién hace en el sacerdote esa trans– formación soberana que lo convierte en apóstol de Cristo y su vicegeren{e en la tierra, arros– trando penalidades sin cµento? El Dios de. la Eucaristía. ¿Qui~n eleva al rango de sacramepto la solemne promesa .qu.e se dan los esposos, !'.Uando van a engarzar sus corazones para fun– dar una familia? ¿Quién bendic.e aquella unión y santifica aquellos lazos, y hace próspero y fe– liz el hogar sujeto a tantas vicisitudes? El Dios d.e la Eucaristía. Y cµando llega el momento su– premo de p,artir de esta vida para compare,cer ante el tribunal inapelable del divino Juez, ¿qué manjar se nos da para hacer aquella jornada de ~i;in terribles consecu,encias? El Viático, el Píos <¡te la Eucaristía. ¿Qµién, _eµ fin, sella nµestros labios y unge nuestros sentí.dos con el óleo santo .q_e la E:¡dremaunción, qu.e obra maraviU1;1.s ep el ~lllla y ,en el cuerpo? El Dios de la Eucaristía. Acaso;alguno me pregunte: ¿De qué maqera se introducen esas virtudes en el alma por medjo ,de la Eucaristía? Y yo a mi vez interrpgo: ¿vo-

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