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-112- manda que cese en su furia, y momento queda en completa calma. Mas al instituir el Santísimo Sacramento asombra al mundo haciendo gala de su poder omnipotente, pues toma en sus santas, manos un poco de pan y un poco de vino, y di– ce con tanta majestad como sencillez: Este es mi cuerpo, esta es mi sangre: y en el acto las sustancias del pan y del vino se convierten en su carne y en su sangre. «Ipse dixit et facta sunt, ipse mandavit et creata sunt. (1) Y cosa rara; la hu– manidad ha creído en estas palabras, ha tomado el cuerpo y la sangre de Jesucristo, y se ha trans– formado. Hasta entonces estaba como un hom– bre famélico, sediento, enfermo, cayendo lasti– mosamente en el lodo de las más bajas pasio– nes; pero una vez que se alimentó con el manjar eucarístico, cambió de fisonomía, tomando un no sé qué tan dulce, noble, generoso, grave, que no se parece a nada de lo que le había precedi– do. Jesucristo dijo que había venido para poner fuego a la tierra, y que deseaba que ardiese. (2) El fuego convierte en si a todas las cosas que se unen a él, destruyendo primero lo que en ellas les es contrario, y comunjcándoles sus cualida– des y perfecciones. ¿Qué cualidades y perfeccio– nes comunicará a las criaturas Aquel que es to– do fuego, amor y bondad? (1) Pslm. XXXII, 9. (2) Luc. XII, 49.

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