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-101- del orden social. Lo que no puede la filosofía, incapaz de moralizar á un barrio, lo que no pue– den los gobiernos con sus máquinas guerreras y fuerzas de represión, lo puede el confesonario. Por tanto, confesemos, si queremos pueblos sobrios y sumisos, y no sociedades egoistas dis– puestas a la sedición y al crimen. En el confeso– nario se forman los hijos respetuosos, los espo– sos fieles, las madres tiernas, los socios forma– les, las ciudades felices. Demos, hermanos míos, un director al alma, ya que damos un médico al organismo, un abogado a los negocios, un sastre o una modista al cuerpo. Confesemos con dolor y propósito firme, universal, dispuestos a arrancar del alma los vicios y plantar las virtudes. ¡Pastora de las almas, bendita seas mil veces por el pasto saludable que proporcionas a tus ovejas! Ruega por nosotros pecadores, míranos con ojos campasivos para que siempre sepamos aprovecharnos de tus cuidados de Pastora vigi– lante. Alcánzanos que seamos ovejas dóciles a los silbidos del divino Pastor, y que nunca nos apartemos de tu redil. «Sonet vox tua in auribus meis.» «Pasee hoedos tuos juxta tabemacula pastorum». (1) Venga ya el reinado de tu santí– simo Hijo para que no haya más que un solo rebaño y un solo Pastor que rija con vara de (i) Cant. 1, 7.
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