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-95- corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo en medio de vosotros; y quitaré el corazón de pie– dra de vuestra carne, y os daré un corazón de carne.» (1) Esto es, un corazón misericordioso, compasivo, blando. Un corazón al que nada le pueda fatigar, ni los crímenes, ni las vulgari– dades, ni las repeticiones dé las mismas cosas. Un corazón vigoroso, denodado, que no lo arredren los sufrimientos, ni los peligros, ni fa muerte misma; que deje sus negocios, sus placeres, su familia; que ame del mismo mo– do al rico qne al pobre, al anciano que al joven, al alma del asesino como a la de un santo; que descienda al fondo de la prisión de un condenado a muerte, igual que suba las gradas de un trono para salvar la de un rey. Un corazón, en fin, muerto del tado al rn\lndo y a sus vanidades, y que viva escondido con Cristo en Dios, como San Pablo decía a los colosenses. (2) Y ved que esta transformación admirable se ha hecho. ¡Ahí está la historia que no me des– miente! !Cuántos, cuántos sacrificios han hecho los sacerdotes· por dar pastos espirituales a las almas! Recordad, para. no salir de nuestra patria, el apostolado de San Lorenzo,· de San Vicente mártir, de Osio, San Vicente Ferrer, Francisco Solano, Francisco Javier, José Calasanz, Beato (1) Ezch. XXXVI, 26. (2) Cols. m, 3.
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