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- 77 - ordinación de los pueblos á su autoridad ab– soluta, omní:r;t1,0,da é ineludible. -Muy mondo. entrais. •-A te que sí; emp~ro, ahí voy resuelta.men– te, p0rqtJe ese es el campo donde debe li];)rar: se en nuestros tiempos el gran combate, por los buenos sol:dados de J. C. en contra de sus .enemigos. - Y ¿quiénes son los enemigos con que nos hemos de ver en 1.a pelea? --Todos aquellos que c0n sus de)etereas d.odrinas,· trabaj:an por soltar los lazos de de– pendencia que existen .entre J. C. y el hombre; entre su soberanía y la soberanía de la.s nacio– nes. -Y, ¿cuántos son ellos? -,-Se llaman legión, más nosotros trataremos · de cot10cer á los padres de todos ellos, ocu– pándonos de dús. l.ª El protestantismo. (1) · 2. \l El espfoitu1, de libertad. (1) Tocamos éste punto porque en la costa de Ga– Hcia solH'e. todo, hace pres¡:i. esa heregf~ en pueblos ig– noros y la difusión de hojitas protestal)tes en ciuda– des crecidas es un hecho doloros~sim(J, Ade~ás nfü's– tro catecismo debe sur<mr los mayes y !-logar al otro mundo donde tiene más raigambre la falsa religión lutt¡rana. · ' Como refutación de esta heregía puedo leer$e con éxito el libro de Balmes «Protestantismo comparado con el Catolicismo».
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