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- 4 - Estas palabras pronunciadas por Leóll XIf l de su discurso-contestación al mensaje que le jité dtiigido por cinco mil Terciarios franciscanos que fueron á felicitar/e con mo– tivo de su jubileo episcopal) bastan para ins– pirar en nosotros un grande afecto hacia esa secular institución que por antonomasia es llamada Orden Tercera. Sa florecimiento ac– tual es debidq; al grande amor que el Papa la profesaba. Esclarecida su historia, prego– nadas sus glorias) cantadas sus alabanzas por León X/JI) han hallado eco en los cora– zories de infinidad de cristianos atentos d la sagrada voz del Vicario de j. C. Hoy el nzí- ¡ mero de Terciarios asciende á muchos millo- nes contando en su seno, á la flor y nata de la Iglesia de Dios. Uno de los deseos más claramente signi– ficados por el Sucesor de Pedro, es que revi– va por el efemplo de S. Francisco) el entu– siasmo por la fe inmaculada y por la Igle– sia santa. Singular providencia parece la de poder– . se ver en estos tiempos sobre el trono de los Papas á an Pontífice tan ardientemente apa– sionado por la obra de aquel pobrecillo, que . se pudo apellidar con toda verdad Francisco el Romano. . ·· Sigaiendo nosotros después de otros) el '.., pensamiento }' el. deseo del que gobierna la · · nave de San Pedro hemos determinado poner

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