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- 54 - CAPÍTULO V. Confesión v Comunión. -Qué idea formaríamos del terciario que siendo ardientemente solícito de adornos y re– -galos del cuerpo, se cuidase poco del adorno y regalo del alma? · -El tal inspiraria ciertamente, aun á los más remisos en la virtud y á los miopes de vista es– piritual, una idea triste; deslucida estaría tam– bién ante Dios, ante los ángeles y ante los hom-. bres probqis. Nuestro deber como seres dota– dos de ratón, como cristianos y como tercia– rios nos obliga á mirar mucho más por el ador– no y regalo del alma, que por el del cuerpo. -Cual es el adorno precioso del alma? -La gracia santificante. que es el joyante vestido que nos hace apreciables ante la mis– ma corte celestial. -Y ¿dónde hallaremos esa gracia? -En el bautismo primeramente; pero si la hemos ya perdido, en el Sacramento de Ia pe– nitencia. -Qué consejo me dais sobre la confesión frecuente? -El de la Regla número 5, capítulo II: que os llegueis á ella á lo menos una vez al mes.
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