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- 53 - -Pues qué, ¿hemos de aborrecer todo ador- no y pompa? · -No digo eso; sino que debe huirse del lu– jo; y no fuera malo que á ejemplo de la reina terciaria Santa Isabel de Hungría, despreciára– mos toda vanidad de ese género; pues ella sien– do reina, aborrecía los velos de color, los man- tos ricos, las cintas de seda, etc. . -Pues qué regla de prudencia nos aconse– jais para ser en esto buenos terciarios? Dos quisiera recomendáros. 1. ª Acomo– daos á nuestro estado sin incurrir en ridicu– leces ni excesos. 2. ª Cuando vestfs algún tra– je de Valor, considerad cuanto mejor debiera adornarse de gracias el alma que de seda el cuerpo. . La hermosura verdadera, según San Crisós– tomo, reside en las buenas costumbres y en la modestia humilde, no en la forma exterior. (in melis cap. 60). . -Por qué reprobais tanto ese vicio deLlujo? -Porqtle engendra sensualidad y no. parece se acomoda con el espíritu de la Tercet;:i. Or- den, que es de Pe11itenc.ia. . -Pues qué demanda ese espíritu? -Humildad, moderación y teinpla,z~~'.'./U!~ mildad respecto á nuestras perspnas; .tn,óde– ración en el uso de los objetos, F tenr»f«nzq en todas las cosas. ·· ·

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