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24 S a n F é I i x d e C a n t a I i e i o ma celda. del lego capuchino, solicitando de él algunos consejos para la reforma de su clero diocesano. No se arredró San Félix en tan arduo trance; cerró un momento los ojos, como consultando el caso con Dios, y diri– giéndose luego al Cardenal le dijo: «Erni– nenci~, que los curas recen devotamente el oficio divino. No hay nada más eficaz que .la oración para la reforma del espíritu.» Al Cardenal· de la Orden franciscana, Montalto, días antes de ser elegido para el Sumo Pontificado con el nombre de Sixto V, le dijo Fray Félix muy valiente: «Cuando seas Papa, pórtate como tal para 9loria d_e Dios y bien de la: Iglesia; porque si no, se– ría mejor que te quedaras de simple fraile.» Este mismo Papa tuvo siempre mucha amistad con nuestro santo, y gustaba de en– contrarle en la calle para saludarle afectuo– samente. Si fray Félix andaba en sus. tra– bajos de limosnero, el Sumo Pontífice le pe– día un poco del pan que había recogido, y luego lo comía en su palacio con indecible · devoción. Un día estaba escogiendo Fray Félix el mejor panecillo de sus alforjas para

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