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Vida 23 inventaba toda clase de coplas religiosas que los niños de la calle eran los primeros en aprender; canciones que, en ,fuerza de ser repetidas por los barrios a todo pulmón,. se convertían prontamente en la música de moda de ·toda la ciudad. Dentro del convento sabía unir, pormodo _maravilloso, la alegría con el silencio, el trabajo con la oración. Su compañero fray Domingo atestiguó que «Félix era avaro en sus palabras,. pero lo poco que decía e.r<,. .siempre bueno». Un día entró en la celda de un fraile enfermo, a quien los médicos habían desahuciado. Fray Félix, con voces <le simpático reproche, le dijo: «Vamos, pe– rezoso, levántate; lo que a ti te conviene es un poco de ejercicio y el aire puro del huer– to». El enfermo se levantó completamente sano. Los niños y los pobres, fueron durante 1oda la vida de San Félix, el campo predi– lecto de su fecundo apostolado. Pero tam– poco· faltaron los grandes y poderosos. El Cardenal San Carlos Borromeo, sapientísimo Obispo de Milán, llegó un día hasta la mis-

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