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14 San Félix de Cantalicio Oye misa todos los días, con admirable compostura, sacrificando cua·lquiera ocupa– ción para dedicarse a sus rezos matinales. Come poco y mal; pero aun le parece de– masiado; y los días que preceden a las fies– tas de la Virgen sabe ejercitar la mortifica– ción dando unos mordiscos menos a los men– drugos que suele llevar en el zurrón. En el alma de Félix iba naciendo la fir-. me convicción de que Dios le llamaba a una vida más perfecta y retirada; pero no aca– baba de decidirse ante los apremiantes 11a– mados de la gracia. * * * En Cittá Ducale había un convento de capuchinos de reciente fundación, pero de mucha fama de santidad. Félix visitaba con ·frecuencia aquel pobre monasterio medio rui– noso y desvencijado, apartado de la ciu– dad, verdadero palacio de la pobreza, del silencio y de la oración. ¿Quiénes eran aqu~– llos extraños frailes de barbas copiosas,-y pies desnudos, que se veían en los corre– dores o en la iglesia, ·que hablaban poco y

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