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10 San Félix de Cantalicio · la pureza de los lirios y la escondida fra– gancia de las violetas. San Félix ha llegado a ser, en nuestra Orden Capuchina, el prototipo de la perfec– ción, sobre todo entre los fervorosos hernra– nos legos. Miles ·de r~ligiosos, al vestir el hábito capuchino, han hecho en su interior este propósito. que encierra y abarca todo el campo espiritual: «Quiero ser otro San Fé– lix». Cuando San Serafín de Montegranario. San Conrado de Parzham, los Beatos Cris– pín de Viterbo y Félix de Nicosia y otros santos legos de nuestra Orden abandonaron el mundo para santificarse, aparecía en la meta de sus aspiraciones, como ejemplar su- · blime de perfección religiosa, la figura atra– yente de San Félix de Cantalicio. Le imitaban en su oración y en su peni– tencia, le copiaban -en la observancia de los votos, en la devoción a la Virgen, en el fer– vor eucarístico, en la humildad y en la sen– cillez de l,a vida, y hasta en el modo de an– dar y en sus dichos y máxima·s. El célebre programa de San Félix: «6 César o nada»,

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