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-58- "la boca y el rosario en la mano, inflamando "en el divino amor a los hombres, y disipan– "do, cual astros lumínicos, las tinieblas del "mundo". El Beato termina con estas palabras en– cendidas, que parecen salidas de los labios de San Pablo: "Ved, Señor, Dios de los ejér– "citos, los capitanes que dirigen compañías "aguerridas, los potentados que organizan "batallones formidables; los navegantes que "mandan poderosas flotas; los mercaderes "que acuden en gran número a los merca– "dos y a las ferías. ¡Qué de ladrones, impíos, "borrachos y libertinos se levantan tumultua– "riamente contra nosotros todos los días!Ynos– "otros, ¡granDios!, casi nadie abrazará vuestro "partido! ¡Ah!; permitidmf clamar por todas "partes: ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Auxilio! "¡Auxilio! ¡Auxilio!; q_ue todos los sacerdotes "esparcidos por el mundo, ora se encuentren "actualmente en medio del combate, ora se "hayan retirado de lá lucha para ocultarse "en la soledad y aislamiento; que todos esos "buenos sacerdotes vengan, se unan a nos– "otros y formemos, bajo el estandarte de la "Cruz, un ejército dispuesto en orden de ba– "talla que desbaratar .pueda a los enemigos "de Dios, los cuales han dado la señal del

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