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-56- Mas como el cargo e incumbencia de con– vertir, de santificar y salvar almas lo confió Dios a los sacerdotes, a éstos principalmente quería él inducir a la práctica de la perfecta consagración a María, para que ellos fueran los apóstoles de esta devoción, y por María llevaran almas a Jesucristo: Ad Jesum per Mariam. En muchos pasajes de su Tratado de la Verdadera Devoción, el Beato h.abla de estos sacerdotes tal cual se los descubre una luz que le manifiesta el porvenir. "Serán-dice-un fuego abrasador que in– "troducirá el fuego del amor en todas partes; "flechas agudas en la mano poderosa dP Ma– "ría para traspasar a sus enemigos; hijos de "Leví completamente unidos a Dios, los cua– "les llevarán el oro de la caridad en el cora– "zón, el incienso de la oración en el espíritu "y la mirra de la mortificación en el cuerpo. "Serán verdaderos apóstoles de los últimos "tiempos, a quienes el Señor de las Virtudes "dará palabras y virtud para obrar maravi– "llas y conseguir gloriosos despojos de sus . "enemigos". Estos deseos ardientes de su corazón los. resumió el bienaventurado Padre en una su– blime oración, en la cual pide a Dios "sacer– dotes consagrados a su Madre para renovar

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