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-22- el sábado de cada semana, y dos meses en– teros cada año, os demuestra claramente sus intenciones y sus deseos. No hay un Oficio, ni una Hora del Breviario, donde María no participe de la alabanza sacerdotal. Tal es el espíritu de la Iglesia; que se alabe & Dios en su obra maestra, que se le admire en la Reina de todos .los Santos: Mirabilis [)eus i,:,, sanctis suis. Además, nunca se hon– ra mejor a Jesús que .cuando se bendice a su Madre. Celebrar las virtudes de María es invitarla .a que cante· Ella m'ism.á su Ma– gnificr;it; a que nos represente ante el trono de la divina Majestad. Y si la suave o6lig&ción de alabar a María es un.a porción del patrimonio sacerdotal, ¡con qué ardor deben cumplirla sus cape~ Uanes, sus sacerdotes! Los sábados y 1odas sus fiestas serán para elloi;; los díasmás bellos del año. Los. oficios que enalt~cen sus pri– vilegios, las Avemarías que preceden a las Horas canónicas y las · bellas antífonas puestas al fin de Laudes y Completas serán recitadas con particular 'q.evoción. Sin embargo de esto aun debéis. hacer más; debéis convertir el Oficio diario en un ejer~ cicio de piedád filial hacia esta divina Ma– dre. Pensaréis, pues, en Ella, os uniréis a
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