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-20- res delicias. Recorred ese paraíso terrestre, ese jardín cerrado, ese lugar que embelesa en donde Dios ha desplegado todos los esplen– dores de ·sµ sabiduría y poder. Deteneos a contemplar esas alturas eminentes, a son– dear esos misterios sublimes, a edificaros con esas virtudes her~icas. Mirad esos ejem– plos, mezcla de sencillez y grandeza, escu– chad esas sinfonías, perfumad vuestra al– ma qon el buen olor de una vida' más. que angélica. ¡Cuántos frutos pueden sacar– se de cada acción, de ,cada palabra de la Virgen prudente! ¿Hay asunto de meditación más hermoso'? ¿Hay materia más interesante y más fecunda para vuestros estudios'? ¡Oh, sacerdotes!, el Señor os ha concedido en el Sacramento del Orden una gracia especial para entender 13.s Sant~s Escrituras y la Teología. ¿Por qué, pues, no emplear ese talento en el servicio de María'? ¿Por qué no enderezar vuestras piadosas investigaciones, vuestro santo ardor hacia este universo, hacia este mundo misterioso, en donde más que en parte alguna ha hecho Dios grandes co– sas? Esto. sería ciertamente satisfacer al Co– razón de Jesús, porque Él no ha creado esta. ciudad de luz para que quede sepultada en ·el olvido; "Dios quiere que su Santísima
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