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1 -17- Sacramento, y, sobre todo, para aplicar el Santo Sacrificio de la Misa a las intencion{;)s · de su voluntad. No pudo verifica.rs.e entonces el propósito . rle tan piadoso varón; mas ahora parece que ha llegado el momento de darle cabal cum– plimiento. Nuestra época ve que s.e ve.rifica la profecía del Beato Montfort, el cual, desean– do tiuhbién que se unieran los sacerdotes a · su Compañia de María, anunció para la Ma– dre de Dios un dilatado imperio. En la Iglesia el .Espíritu Santo impulsa a las almas hacia su Esposa queridísima, y es necesario que los sacerdotes no se queden en zaga ni sean los últimos. en aprovecharse de es.ta gracia, ya que a ellos corresponde el primer lugar en el cdrazón de la ~eñora, así como la por– ción más considerable de sus larguezas. He aquí, ¡oh sacerdotesl, 1 la preciosa he– rencia que se trata de recoger. Se os pide que aceptéis de la mano de Jesús, d su di- . vina Madre; que le deis entrada y la acojáis en vuestra casa, como lo hizo San Juan, es decir: que le otorguéis en vuestra vida sacer– dotal y en vuestro ministerio la parte que le– gítimamente le pertenece. Haceos sacerdotes de Nuestra Señora para no depender sino de Ella y no obrar sinó para Ella. ¡Qué

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