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·-15- ldiversas clases de la sociedad cristiana. Así como habrá siempre Magdalenas arrepenti– das a los pies de Jesus, ladrones penitentes en el artículo de la muerte, santas · mujeres fieles al Salvador despreciado, así también habrá siempre discípulos amados, Capella-· nes de María, Sa_cerdotes de María. que se honrarán de vivir en su compañía, de repro– ducir la vida sumisa dé Jesús, su primogé– nito, y darle pruebas cyntinuas de amor y ternura. Si leemos atentamente la historia de los santos, hallamos que la clase sacerdo·, tal ha sido siempre la primera en tributar a la Virgen Santísima los homenajes más sin– ceros, las alabanzas más entúsiastas, el amor más ardiente. Recordemos, si no, a los Agustinos, Cjrilos, Damascenos, Ildefonsos, Bernardos, Domingos, Francis.cos de Asís y de Sales, a los Montfort, a los Ligorios..., por no citar más que algunos nombres. El si– glo XVII en particular vió nacer una falange de sacerdotes consagrados al servicio de Ma– ría. Los Bérulle, los Condren, los Eudes, los Boudón, los Olier, los Montfort, que tan po– derosa influencia ejercieron sobre sus con– temporáneos, se gloriaban de ser esclavos de María, recurrir a Ella en todo y obrar ba· io su dirección. Bien mirado esto, ellos . 1

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