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hallan. esparcidos por el mundo cristiano, ora se encuentren actualmente en lo recio del combate, ora se hayan retirado de la lucha para esconderse en la soledad y aislamiento, que todos los sacerdotes vengan, se unan a nosotros, y' formemos, bajo el estandarte de la cruz, un ejército 'bien dispuesto en orden de batalla" ... ¿De qué manera es·. tos sacerdotes debían asociarse a la Compa– ñía de María? No se sabía aún, y estas pa– labras permanecían un tanto obscuras. Mas Dios que guarda los huesos de· sus santos y no deja perecer uno solo de ellos, acoge también sus menores deseos y se muestra atento a los movimientos de su c'orazón (1). En el tiempo determinado por su Provi– dencia lleva al cabo la voluntad de esas al– mas predilectas, tan fieles ·en cumplir la su– ya. Así es que, en el Congreso Mariano de Einsiedeln, muchos sacerdotes pidieron a los Padres de la Compañía de María, que allí se encontraban, el establecimiento de una Asociación conforme a los designios del Bto. Montfort, esto es: santificar su vida sacerdo– tal pructicando la perfecta devoción que él nos enseña, pues es medio·poderoso para fe- (1J Prreparationem cordis eorum audivit auris tiza (Ps,).

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