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~~~@'.~)'.ij}~~~~@ ◊◊◊◊◊◊◊◊O◊◊◊◊◊◊◊V◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊ ( DOS PALABRAS DE INTRODUCCIÓN N una célebre oracwn que tiene por lema estas palabra del Salmista: Me– mento congregationis tum, el B. Montfort pide a Dios misioneros para su compañía de , María. Esta oración se llama con justo título la oración abrasada, porque, según el P. Fa-· ber (1), "desde las Epístolas de los Após– toles, sería difícil hallar palabras tan ar– dientes. Recomiendo' encarecidamente su lectura a cuantos en medio de las contradic– ciones y embustes del mundo, tienen que · sostener continua lucha para conservar los primeros ardores de su celo de las almas". Ahora bien, hacia el "final de esta oración, cuando más nos anima y excita, cuando da la señal de acometer a los enemigos de Dios y arrebata los corazones con acen– to profético, lanza Montfort este llama– miento: "Que todos los sacerdotes que se (1) Prólogo de la traduccióú inglesa de La Verdade,·a Devoción.

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