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- 220 -La misma. EL otro día iba yo por .el ·centro de la ciu– dad y veo 1;1orprendido que mi amiga (la ciega) sale de su ca• ea, como loca gritando-1oh Dios mío! ... ¡ya veo!; sí veo, ya veo; Algún transeunte se paró, yo Jambién y nos enteramos ' de su mejoría y de su justa alegría ... pues ya no era ciega, -Feliz ella ... pero dígale que siempre sé ponga las go– tas,· aunque no necesita, con tanta frecuencia- Noviembre de 1945. EL Q.UE VE Y NO VE Es un joven de Constitución que después de cumplir sus veinte afios se da cuenta que no vé de un ojo, del ize?tuier- do; y poco· del derecho. · Lo llevan a un doctor, (a Talca) y al examinarlo le dice que no tiene remedio su ojo. Después lo llevaron a Sántiago a un especialista. Este dió esperanza pero que habla peligro de qU:e perdiera el ojo ... En fin que 110·.sabía que hacer. Cayó en mis manos como último recurso, aunque los suyos poca fé tenían en mi sistema ... además no _hay especia~ lista ... no tengo títulos sonantes, Pero como no son los títulos los que tienen virtudes cu– rativas, le apliqué el reµiedio anteriormente indicaao y al 4.o día viót... dejó de eer tuerto y su tristeza se convirti6 en alegría, Sus fe miliares se sintieron humillados y avergonza– dos a la vez que consolado, por la mejoría.
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