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-Tengo un amigo ciego-me dice la profesora jubilada -es un caballero honorable y de buen espirita, Me gustaría lo· viera. , -Bueno ... a la vuelta de aquí (Bureo) a Chillán, ahí lo puede ver. Como Ud. va antes que yo, prevéngaselo. -Ya se lo tengo dicho y lo espera con avidez. .•. Acabé mi asunto en Bureo, y fui a Chillán .._. conocí al ciego, pero él n.o me conoció .a mí, pues aún el dí~ era ºº"' che. para él.. ¡Pobrecito! Sonriente me tomó la mano y dijo: - Yo tenía noticia de Ud. y deséaba hablarle, pidién • . dole remedio .para mis ojos, si es que lo tienen. -Mientras uno vive, sefíor, debe tener esperanza y po- . ner los medios para mejorar; mejoré o nó. _ -Yo perdí las esperanzas hace muchos años, después de recurrir a todos los r1>medios que se me~ ofrecían. Tengo ya 70 afias y desde los dos anos- que perdí la vista. -'-¿Nada ve? ... ¿ni claridad? -Todo es noche para mi Re~uerdo que ví algo cuan- do era nifio. Pero está confuso en mi _memoria. -Ya, a lo práctico ... ... Puso en práctica la receta indicada de las gota;, ... A I siguiente afio volví a Chillán hice visita al ciego y lleno . de gozo me dice: -Oh, gracias mi médico milagroso... ya veo pasar los carros, aunque nó al detalle espero ver más muy pronto y i;e abatisó la ceguera. El se acabó en er terremoto ... murió.

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