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- 182 - sin mejorar. Por fin el médico pensó en una operación ho– rrorosa ... en lit amput<1.ción de la mano para salvar ~l brazo, pues la gangrnna se extendía con maligno aspecto. · La enferma pensó en mí. .. me conocía y sabía que yo aplicaba el sistema naturi~ta a toda clase de enfermedades. Pero yo estaba lejos, más supo que volverla pronto. «No aceptaré dijo ella, esperaré que venga mi amigo el natu.rista ... nó, no acepto ni la idea de opéraci6n, como me la propone e¡ médico.,> Llegué del campo al pueblo después de 15 c:ias de qut1- mársele la mano a la señora y llevar tratamiento alopático. Me llama a su casa ... examino la mano y veo que tres de– dos están casi perdidos; ya no tenían forma de dedos; no se veían sino bubas gangrenosas que se extendían por toda la mano y ya le llegaban a la muñeca, Procedí a la cura con el siguiente tratamiento: Sietevenas y IirrÍpiaplata: cocidos por separado. La. agua de las dos yerbas se juntan y se mete la mano quema na. un buen rato; mientras dure el agua del tibio al frío; pero n6 al hielo. .Ahora viene la cataplasma, Al contacto de la carne quemada, la.sietevenas; y enci– ma üe la sietevenas la limpiaplata; .todo en tibio, · se sujetan con una gasa no eu forma de venda, y se lía ~on hilo o algo– dón en hilo ... se vuelve la mano al agua; así, con la cataplas• le- .c, ma, tibia el agua de las mismas yerbas. Se saca después de un rato más o menos corto y se abri– ga bien, la mano con su cataplasma; con un trapo o balsa de bayeta o tejiqo de lana. El brazo se suspende horizontalmente en un brazalete que cuelga del cuello. Esta operación o com· plicada cura se repite dos o tres veces al día.
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