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fue en esto tan en extremo riguroso, que estando ya oleado para morir, que apenas se le conocía aliento, y queriendo el enfermero aplicarle un lienzo caliente al dolor, cuando fue a levantarle el hábito, mostró un sentimiento grande y no le permitió lo hiciera; estimando más padecer un dolor tan vehemente sin ningún alivio, que dejarse ver desnudo aun en aquella postrera hora. Obediente lo fue hasta la muerte, pues obedeció hasta morir por obediencia, siendo la suya parecida a la de Cristo, que obedeció a su eterno Padre hasta dejar la vida en una cruz. Era el P. Fr. Eugenio Provincial de esta Provincia; obligábale por serlo el ir a Roma al Capítulo General. Sobre sus muchos años le habían cargado otros acci­ dentes, en particular el dolor molesto de la ijada, le tenían sin salud. Los médicos eran de parecer que no tenía obligación de ir camino tan largo; que era ponerse a peligro manifiesto de morir en él. Otros fueron de contrario parecer, confiados en que Dios le daría salud y vida para hacer aquella obediencia en servicio de la Orden. No le fue al P. Fr. Eugenio dificultosa la elección de estos pareceres encontrados; luego se resolvió el ir a Roma, obedeciendo aunque le costase la vida, como lo dice en una carta pastoral que escribió a toda la Provincia desde nuestro convento de San Mateo, estando ya en camino, llena de espíritu y de evangélicos y seráficos documentos, (que los demás Padres Ministros Provinciales han imitando, y escribiendo cada uno otra semejante a toda la Provincia cuando se parte al Capítulo General). Dice, pues, el P. Fr. Eugenio en la suya, (que se guarda por reliquia, y por testimonio de su seráfico espíritu, en el libro de memorias de esta Provincia): “Aunque los médicos del cuerpo son de parecer que si me pongo en camino para Roma, he de morir en él, considerados mis achaques. Pero los médicos del alma me dicen debo ir yo por no faltar a mi obe­ diencia, aunque me haya de costar la vida; he determinado ir”. Y fue, y a pie lo más del camino; lo demás por mar. Y vuelto a la Provincia del viaje de Roma, vino tan enfermo que murió dentro de breves días, acabando la carrera de su vida obedeciendo hasta morir. 89

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