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habían ya fundado en la Provincia de Cataluña, y sin haberlos jamás visto el P. Fr. Eugenio, sola la fama del rigor de su vida, y la de la pura observancia de la seráfica Regla, tomó Dios por medio para llamarle a nuestra Religión. Despertó en su pecho unos deseos eficaces de abrazar su instituto. Comunicólos con otros religiosos de su mismo espíritu, y halló había la misma fama obrado el mismo afecto y que estaban con la misma resolución. Y reduciéndola a ejecución, se pasó con ellos a Cataluña, y todos pidieron y fueron vestidos de nuestro hábito, con grande consuelo de sus almas, porque hallaron en los Capuchinos más perfección que la que la fama había divulgado de ellos . " 1 Parecíale al P. Eugenio, había llegado su espíritu a su centro, no cabía de contento, ni cesaba de dar gracias a Dios por la merced que le había hecho. Pasó con mucho gusto las penitencias y mortificaciones con que suelen probar los Capuchinos a sus novicios, que como era lo que deseaba su espíritu, hallaba el suyo consuelo grande en aquellos rigores. Pasó su año y volvió otra vez a profesar la Regla seráfica. Y como era lo que su alma más había deseado parecíanle cortos todos los agradecimientos que le daba Dios. El mayor retomo que juzgó que le podía hacer era ser de veras fraile menor, empleando toda su vida en servirle con la perfección y rigor de la capucha; procuró en todo ajustarse a las leyes de la seráfica pobreza, no teniendo a su uso más de lo forzoso sin que no podía pasar, el uso de lo vil y estrecho: un hábito viejo y cargado de remiendos viejos, corto que no le llegaba a la garganta de los pies, tan estrecho que los pliegues de él no llegaban a juntarse ni delante ni detrás; la cuerda y paños menores muy conformes a la pobreza del hábito; los pies descalzos; la estrecha celda que apenas cabía en ella, con solas unas tablas desnudas para el corto sueño. No se veía en ella más que el breviario, y una devota estampa de papel, y un cartapacio de sus sermones. Era por extremo humilde, el primero a los ejercicios más humildes y viles del convento, a barrer y fregar los vasos Entre los diversos observantes, recoletos y descalzos valencianos que se pasaron a los Capuchinos de Barcelona hay que señalar los V bles. A lo nso Manzanete y Lucas Salas (descalzos), el Beato N ico lá s Factor (observante), el P. Eugenio de O liv a (observante) y Fr. N arciso de Denia (recoleto). Estos dos últim os formarán parte de la primera expedición fundadora de Capu chinos que vinieron a Valencia. 80
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