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Por estas tan celestiales prendas era en la Observancia venerado y estimado de todos por religiosos santo. El P. Cabamllas , 110 pulpito, el mayor que se conoció en su tiempo en este Reino, como había sido maestro de nuestro P. Eugenio y sabía mejor que nadie lo mucho bueno que había Dios comunicado a su alma, queríale mucho, y siempre procuraba llevarlo consigo por compañero. Eralo una vez que iba a predicar un sermón, y encomendóle tomase de su celda y le trajese el cartapacio, pues tenía necesidad de mirar el papel antes de subir al pulpito. Pidióselo llegados a la posada; respondióle que no lo traía y que se le había olvidado. Sintiólo mucho el P. Cabanillas, y reprendió su descuido; temía aquel día a su memoria, que no le había bien enco mendado el sermón. Mostrábase afligido. Díjole el P. Eugenio con mucha paz: “Confíe en Dios, que El acudirá”. “Encomiéndeme a Dios, le dijo el predicador, que lo he menester hoy mucho”. Predicó su sermón, y afirmaba después no haber predicado hasta entonces ni con mayor felicidad de la memoria, ni con mayor fervor de espíritu; que él mismo se admiraba de sí mismo, atribuyéndolo a la oración del P. Eugenio, tal era la eficacia y fervor de la suya y lo mucho que con Dios valía. Tan crecida se mostraba ya esta luz de la divina gracia en la Regular Observancia, que los Padres mayores de ella le miraban por uno de sus mayores sujetos de ella en letras y en santidad, de quien esperaban había de recibir su Provincia mayores resplandores. Pero como Dios tenía determinado que subiese a más alta perfección y llegase a ser día perfecto, le llamó a la Reforma de la capucha. Escogido había Dios al P. Fr. Eugenio no para sí solo, sino para el provecho de muchos, y para que con sus letras y vida ejemplar lo ayudase a propagar la nueva Religión de los Capuchinos. En España P. Jerónim o Cabanillas, Observante, nació en Valencia, de la esclarecida fam ilia de los marqueses de la Casta y Alacuás, pero muy hum ilde y despreciador de las glorias del mundo. L a Provincia recompensó sus méritos nombrándole sucesivamente Guardián varias veces, D efin id o r (1660), V ica rio P ro vincial (1663) y en 1-V1-1669 M in istro P ro vincial siendo su Secretario Provincial el P. G il Iñiguez. O rador sagrado de nota, publicó varios sermones. (Conrado A N G E L , Religiosos ilustres , 122). 79
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