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ejemplos de su virtud, resplandeciendo entre las claras lumbreras que tuvo en su tiempo esta santa Provincia de opinión grande y de grande santidad. Pidió el seráfico hábito a su Ministro Provincial, que vistas sus buenas prendas y santos deseos le recibió y le remitió para que le vistieran de él al convento de Jesús de esta ciudad de Valencia, donde hizo su noviciado, perfeccionando las virtudes que traía del siglo y procurando adquirir otras mayores evangélicas y seráficas. Aquí era mayor su retiro exterior e interior, y mayor la soledad y desapego de afectos de criaturas; aquí le comunicó Dios en la contemplación mayor luz de sí y de sus perfecciones, con que iba siempre suspenso y elevado sobre sí mismo, puesta en Dios toda su mente y afecto, cumpliéndose en él lo que por Jeremías tenía dicho el Espíritu Santo del varón justo, que lo comenzó a serlo desde su juventud. Bienaventurado es el varón que en sus primeros años puso su cuello al yugo del Señor; sentaráse solitario y callará, porque se levantó sobre sí mismo a la alteza de la contemplación. Ordenó los dichosos principios de la temprana santidad del P. Fr. Eugenio la divina Majestad; sentábase solitario en la oración, tomábala de asiento en soledad de criaturas, de pensamientos y afecciones de ellas, y comunicábasele Dios con tan copiosa afluencia de celestiales dulzuras, que le sacaban fuera de sí y levantaban sobre sí mismo; hablábale tantas palabras al corazón, que le enajenaban y le suspendían las potencias, viviendo más en Dios que en sí mismo. Y al paso que Dios le hacía estos favores, se humillaba y aniquilaba él, juzgándose indigno de ellos, medio con que los aseguraba y se hacía capaz de otros mayores. Sabía el P. Fr. Nicolás Factor (íntimo amigo de nuestro Eugenio, que moraba juntamente con él en el mismo convento de Jesús y le quería mucho por su grande virtud) lo que le pasaba con Dios en la oración y el encogimiento y confusión de su alma, teniéndose por indigno no sólo de los favores que Dios le hacía en ella, sino por merecedor de mil infiernos, y cuando le topaba, alegre le decía: “Tomás, toma más (que este nombre tuvo hasta que fue Capuchino). Tomás, toma más; ensancha y dilata tu corazón, que quiere Dios mostrarse liberal contigo; toma más, no seas de corazón apretado”. 77
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