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remiendos. No se hallaba en su celda más que las tablas desnudas para dormir, el breviario viejo, y un cartapacio de ejercicios espirituales escritos de su mano (costumbre universal de todos aquellos primeros Padres, que no había ninguno que no tuviese el suyo con los ejercicios de su devoción, por no tener a su uso otros libros), contentándose con los menos que podían por ser más pobres. Gloriábase mucho con la falta de las cosas necesarias, diciendo que entonces era fraile menor cuando se le ofrecían ocasiones de padecer la falta de ellas con alegría y gusto del alma. Decía también que no había riqueza mayor como vivir por el cuidado de Dios pendiente de su divina Providencia, y que entonces nos faltaría ésta cuando le quitásemos estecuidado a Dios y le tuviésemos sobrado de las cosas necesarias, y que viniendo por el nuestro lo pasaríamos peor y todo nos faltaría, que seofende Dios de la demasiada solicitud de lo temporal de los frailes capuchinos, que habiendo experimentado su liberal Providencia en tantos casos desesperados no pongan en él todas sus confianzas. Gustaba mucho vivir en esta Provincia, pues con haber gobernado las demás de España y tocado con sus manos el modo de vivir de ellas, decía que ésta era la más pobre de la Religión, porque se vivía en ella la pureza de la seráfica Regla, sin que fuese necesario recurrir a pecunia por nada, y se hallaba en ella lo necesario buscando limosna; y con esta pobreza se hallaba bien su espíritu pobre. Por esto, cuando le eligieron Provincial de la de Aragón, procuró patente del P. General (como vimos arriba) para volverse a ésta acabado el gobierno de aquella, por su mucha pobreza y vivirse en ella tan conformes a la mente de nuestro seráfico Padre. La virtud que entre todas las suyas campeó más, fue la de la oración interior y mental, teniendo en ella trato muy familiar con Dios; y no es maravilla semirasen en este venerable Padre las virtudes todas, estudiando siempre en la escuela donde todas se aprenden, siendo el maestro de ellas el mismo Dios que las enseña al paso que las desea y procura en ella el alma. De aquí le nacía tanta luz en el entendimiento para el buen acierto de todas sus cosas, singularmente para las del gobierno, para que le dio Dios gracia tan singular, que si no se adelantó con el suyo a los mayores prelados que ha tenido la Orden, emparejó 62
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