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sino un evangélico varón y un seráfico religioso, un hijo verdadero de nuestro seráfico Padre, y una viva imagen de verdadero fraile menor y perfecto capuchino. No hizo jamás pausa en caminar a la perfección religiosa; dábase prisa siempre por llegar a su cumbre, siempre le parecía estaba lejos de ella, y olvidado de lo andado, sin volverlo a mirar jamás, caminaba a pasos largos por llegar a So que le faltaba. Tenía su mirada puestaen la vida de Cristo, y como miraba la suya tan distante de parecerse a la de ese Señor, cada día reprendía su descuido y alentaba su afecto a su más perfecta imitación; con que se halló un varón tan perfecto, y sus virtudes tan notorias a iodos, que siendo corta esfera para la opinión de su santidad sola su Provincia, voló en breve su fama no sólo a las vecinas, sino a las más remotas de Italia, donde ya no era nombrado con el nombre de Fr. Hilarión de Medinaceli, sino con el del Santo Español; tanta íue y tan conocida en ellas su santidad que la suya le dio en todas ellas nombre de Español santo; con él le nombraban y por él era conocido de iodos. Sus obras santas le dieron el nombre de santo, por ser de él y de ellas grande la correspondencia. Mirábanse en las suyas las virtudes de su alma con tanta perfección, que no se descubría cual fuese la mayor; cada una lo parecía. Era en extremo humilde, no parecía había venido a la Orden sino para servir a todos y a ser la escoba del convenio; y sobre la nobleza de su sangre parecía su humildad, esmalte sobre fino oro. Era a todos los ejercicios de humildad, aún siendo prelado, el primero a fregar los platos de la cocina, a barrer el convento, a limpiar los vasos de la enfermería, a lavar y besar los pies a los frailes. No había en su concepto cosa más vil ni más digna de desprecio; y como lo pensaba, así deseaba los desprecios; a todos miraba como a buenos, sólo a sí semiraba y hallaba malo y que no servía como debía a Dios, y que era inútil y sin provecho en su casa, y que se admiraba de la bondad de Dios, que siendo tan malo y sirviéndole tan mal, le tuviese y sufriese en ella, entre tantos buenos. Todo lo bueno que veía en los demás, lo desconocía en sí, y leeramotivo para humillarse más. La pobreza seráfica fue iodo su tesoro; no tenia nada ni lo quería tener, contento sólo con el uso pobre y estrecho de los preciso al sustento de la naturaleza, con sólo el hábito viejo y cargado de 61

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