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Crecieran (añadió fray Hermenegildo) tanto estas amorosas y ardientes ansias, que hasta que se lograron, tuvieron al varón insigne en su espiritual y duro martirio, quizá en lugar del que había deseado en antecedentes afectos, cuando pretendió ir a la misión de los idólatras de aquella gran paste del mundo que estaba sumergida en las tinieblas de la infidelidad. Viviendo fray Severo y después de su muerte ha obrado el Señor muy particulares misericordias y maravillosos efectos con los devotos y encomendados de este varón en diversas aflicciones y trabajos, por haber invocado su patrocinio. En especial le han experimentado muchas personas que estaban privadas del uso del oído, y con sóio aplicar a é! alguna reliquia deí siervo de Dios, quedaron libres del embarazo que padecían. * * « A P É N D IC E A LA V ID A D E L F. S E V ER O DE LUCENA152 Se llamó en el siglo Martín Tobar Fernández. No sabemos las circunstancias especiales que le movieron a tomar el hábito capuchino, que recibió e! 5 de noviembre de 1592 en el convento de Barcelona. Tres años después de su profesión, y cuando aún era corista, fue destinado por los superiores para llevar a cabo la fundación de Valencia en 1596. Allí debió ordenarse, con toda probabilidad, en 1599, y por algunos años siguió formando parte de esta Provincia. En 1609 había vuelto a incorporarse a su Provincia de origen, Cataluña. Y cuando en el mes de septiembre de dicho año desembarcaba en Barcelona san Lorenzo de Brindis, embajador del papa y del emperador ante Felipe Hí, se le señaló por compañero al P. Severo de Lucena. Con él vino a la Corte, le ayudó a gestionar sus asuntos, sirviéndole con toda seguridad de intérprete, y en Madrid se encontraba aún cuando tuvo lugar la fundación y toma de posesión del 152 BUENAVENTURA DE CARROCERA La Provincia, I, 369-372. i 84
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