BCCCAP00000000000000000000162

Estando otra vez la misma doña Brianda tan enferma de ios ojos que no podía ver la luz, y con tantos y continuos dolores que se temía no perdiera la vista, fuéia a ver el P. Fr. Narciso, y entrado en la pieza donde ella estaba a obscuras, miró admirada al siervo de Dios todo bañado de luz, y sin poderlo disimular dijo en voz alta: “ ¡Ay, P. Fr. Narciso! y qué luz veo tan ciara, libre ya del mal de mis ojos”. Díjola el P. Fr. Narciso: “Dé, V. M., a Dios las gracias”. Caso admirable, que sola la presencia del siervo de Dios, sin más remedios, curó enteramente del mal que la molestaba. Vinieron las fiestas del nacimiento de! Hijo de Dios, del año 1609, (ricas ferias para el espíritu del P. Fr. Narciso), en que siempre solía estar como fuera de sí, rebosando llamas de amor de su amado Niño Jesús, y derramándose en afectos encendidos del suyo; y sin poder esconder su llama, la manifestaba en letrillas y canciones que le hacía componer el amor; de alabanzas de su recién nacido Niño. No se le caían de su boca todos estos días sus loores, rebosando júbilos y ternuras espirituales, en que derritiéndose y desfogando su espíritu, movía a devoción a los demás religiosos. El día de la Circuncisión del Señor, su mayor fiesta por serlo también del Nombre santísimo de su dulce Jesús, para comulgar y celebrarla con más pureza, se confesó con el P. Fr. Bemardino de Segovia, religioso nuestro, y antes que le diera la absolución, le dio un exceso mental y quedó arrobado a sus pies un largo espacio, y vuelto del rapto, concluyeron 1a confesión. Y alegre más que el sol, le dijo el P. Fr. Narciso a su confesor que ya no tenía más que nueve días de vida, que así se lo acababa de revelar el Señor. Estuvo todo aquel día con tan alegres nuevas como fuera de sí; no se le oyeron sino alabanzas del dulce Jesús. Sacaban aquella noche las cédulas de los santos (como es costumbre de toda nuestra Religión), a que asiste con mucha devoción toda nuestra comunidad para recibir, con ella, el que a cada uno cae en suerte. Estuvo también en él el P. Fr. Narciso, que con mil requiebros y coplillas de amor del Niño Jesús alegró y edificó a toda la comunidad. 175

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz