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cumplimiento como lo había dicho, que vimos muchos años obispo de Segorbe al dicho señor don Pedro Casanova, y siéndolo ordenó de todos los órdenes al dicho sobrino del P. Fr. Narciso. A otro sobrino suyo, hermano del que acabamos de decir, que pretendía nuestro hábito y lo alcanzó y se llamó Fr. Gil de Denia, viniendo un día a nuestro convento de Valencia, antes que llegara a él, en un lugar bien distante y oculto hizo una indiscreta y desatinada disciplina, y en llegando a la portería le dijo el P. Fr. Narciso: “Poco a poco con esos fervores indiscretos, tiempo le queda para hacer penitencia en la Religión”; de que quedó pasmado Fr. Gil, viendo sabía lo que tan secretamente había hecho tan lejos de allí, de que no tuvo otro testigo que a Dios; y le cobró tanto miedo, que temía parecer delante de él. Llegó a nuestro convento de la Ollería, donde era Guardián el P. Fr. Narciso, el P. Fr. Serafín de Polizzi, Provincial entonces de la Provincia, y un día fue a visitar con su compañero el P. Fr. Juan de Villafranca, al Bayle Jusepe Pía (de quien hemos hecho ya memoria) por ser tan bienhechor de nuestra Orden; hallóse también allí en esta ocasión el P. Fr. Narciso. La mujer del dicho Jusepe, sabiendo se había de hacer presto Capítulo, preguntó al P. Provincial: “¿Qué Guardián nos enviarán de nuestro convento?; ¿volverá otra vez el P. Fr. Narciso?”. Respondió él: “No vendré yo”; y señalando con el dedo al P. Fr. Juan de Villafranca, dijo: “Este Padre vendrá por Guardián”. No podía entonces saberlo, porque pendía el serlo de la futura elección, totalmente incierta. Pero el tiempo manifestó procedía el pronóstico de divina revelación, pues vino de aquel Capítulo por Guardián del convento de la Ollería el mismo P. Fr. Juan de Villafranca. Viniendo a este Capítulo y pasando por la ciudad de Játiva, fue a ver de paso a un grande amigo suyo que se llamaba N. Monfort, presbítero secular. Y no hallándolo en su casa, dejó un recado a sus criados, para que se lo diesen de su parte, diciéndoles: “Díganle al señor licenciado que su amigo Fr. Narciso de Denia ha estado aquí para despedirse de él, que presto se verán los dos en el cielo”. Y sucedió como lo dejó dicho, que dentro de pocos días murieron ambos. 173
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