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con el estudio de la teología escolástica, con tanta propiedad y distinción, como si hubiera cursado las escuelas. Estaban una vez los Padres Fr. Vicente de Toledo y el P. Fr. Jerónimo de Valencia, ambos Predicadores de nuestra Orden, tratando de los dotes que el alma gloriosa tiene en el cielo; estaba a esta plática el P. Fr. Narciso, y habló tan altamente de la materia que los tenía admirados. Dejólos para acudir a la portería por haber llamado, y vuelto el P. Fr. Vicente al P. Fr. Jerónimo, le dijo: “¿De qué nos sirve el habernos cansado nosotros en estudiar, cuando este religioso lego y sin haber estudiado, alcanza más que nosotros? Verdaderamente vemos cumplido en él, que revela Dios sus misterios a los humildes y pequeños y que hace doctos a los ignorantes"’. Que le hubiese ilustrado también con el don de la profecía, con que pronosticó sucesos futuros que tuvieron verdadero cumplimiento, consta de muchas comprobaciones de los originales antiguos. A doña Francisca Palau, señora valenciana, mujer del secretario del virrey de Nápoles, el señor conde de Benavcnte, muy devota del P. Fr. Narciso le escribió una carta de Valencia a Nápoles, en que le daba el parabién de un hijo varón que había parido; y esta carta la recibió dos días después de su parto. Y lo admiraron mucho todos los de su casa, porque naturalmente era imposible tuviera de ello noticia después del parto, para darle con tanta brevedad el parabién de él, dos días después de él, habiendo cerca de cuatrocientas leguas de Valencia a Nápoles. Y lo que más califica la profecía es que habiendo escrito la carta mucho antes del parto, antes de él supo era hijo varón el que había de parir, y como ya nacido le da antes que nazca el parabién; y la carta no llegó sino dos días después de nacido, circunstancias todas que prueban tuvo de ello luz del cielo, con que estando ausente, supo lo que había de ser tanto tiempo antes. AI señor don Pedro Casanova, obispo de Segorbe, mucho antes que lo fuera, siendo Provisor y Vicario General del señor Patriarca y Arzobispo de Valencia, el señor don Juan de Ribera, le pronosticó había de ser obispo y le especificó que lo sería de Segorbe, y que cuando lo fuese, le ordenaría de todos los órdenes a un sobrino suyo que se llamaba Antonio Carrals; y todo tuvo puntualmente su 172
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