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fue oficiada por el arzobispo san Juan de Ribera. Las fiestas que le siguieron fueron suntuosísimas, como también (claro está) los gastos que generaron. En 1604 el rey convocó y presidió las Cortes valencianas, que se reunieron en el convento de Santo Domingo de la ciudad, obteniendo de ellas una dotación de 400.000 lliures, esto es, cuatro veces más de lo otorgado tradicionalmente a sus antecesores. La burguesía y el artesanado se había recuperado ya del colapso de las Gemianías (1521- 1528) e iniciaban una etapa de expansión. En los últimos años del siglo XVI y principios del XVII el puerto de Valencia registró un aumento considerable en el número de naves arribadas; franceses, ingleses e italianos nombraron cónsules encargados de tram itar el tráfico marítimo con la ciudad. Aunque la ciudad de Valencia no contaba prácticamente con cristianos nuevos entre sus habitantes, sufrió igualmente los efectos de la expulsión de los moriscos en 1609. La erradicación de los moriscos, vista su imposible asimilación, fue apoyada en general por los eclesiásticos (con excepción de los jesuitas) y los estamentos urbanos, mientras que la mediana nobleza se opuso decididamente. Cuando Luis Carrillo de Toledo, marqués de Caracena ,10 dio a conocer el 22 de Luis Carrillo de Toledo (Puebla de Montalbán 1564 - Madrid 1625), señor de Pinto e Inés, primer conde y marqués de Caracena (o Caragena). Auspiciado por su suegro el marqués de Almazón -consejero de Estado y presidente del Consejo de Ordenes- inició su carrera político-militar sustituyéndole como virrey interino de Navarra durante un tenso período de guerras de religión (1586-89). Tras una temporada en la Corte fue nombrado en 1596 gobernador y capitán general de Galicia, puestos que ocupó durante diez años. Desde La Coruña participó en los avatares del duelo hispano- británico, que la Invencible no había saldado, rechazando los ataques ingleses a la capital (1596-1599) y colaborando en las fallidas expediciones de auxilio a los católicos irlandeses (1597-1602). Su virreinato valenciano fue memorable en todos los órdenes, empezando por su duración (1606- 1615), la más dilatada del siglo XVII. Durante el primer trienio, Caracena reestructuró definitivamente la Audiencia (erigiendo una segunda sala de lo civil), exilió a los vagabundos y gitanos, e hizo frente con singular energía al endémico bandolerismo del país, acabando con las cuadrillas de Carlillos y Nono y dictando durísimas medidas contra los bandidos cristianos nuevos y los miembros de las bandositats de ia Ribera (pragmática de 1 de diciembre 1 4
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