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De esta suerte se dividieron, no acabando de admirar y alabar el súbdito 5a paciencia, prudencia y mansedumbre de su prelado, el cual después de algunos días envió ordenada al Guardián de aquel convenio la penitencia que el religioso habla de hace?; y aunque no fue ten blanda como lo había sido la absolución, halló esa el ánimo dei que la había de cumplir lanía blandura y docilidad que quedaron todos edificados, confundido el demonio, y ei santo Provincial son nuevos créditos de justificado y caritativo. Estos influyeron con eficacia para que ía Provincia de Valencia se valiese de su persona en orden a la fundación de la de Castilla. Entró con este fin en la Corte, donde continuando el ejercicio de las virtudes, en que nunca pudieron enturbiarte las ocupaciones antecedentes, se dio muy luego a conocer, así dentro como fuera de casa, por sujeto en que había depositado Dios largos y copiosos dones del cielo. Tenía singular gracia en hablar de materias espirituales, po r lo cual fue llamado de ía señora y venerable infanta sor Margarita de la Cruz, religiosa de ei Real Convento de Descalzas Franciscas, cuyas raras virtudes dieron tanto ejemplo, como admiración a la cristiandad. De la primera vez que oyó esta señora al siervo de Dios, le quedó tan aficionada que fueron muchas las que después lo solicitó, confesando que no había jamás comunicado con sujeto alguno, que con tanta suavidad y dulzura hablase de ias perfecciones de Dios como Fray Gregorio de Valls. Nunca molestaba su conversación, aunque se dilatase en ella por largo espacio, antes dejaba a los que ie oían, ansiosos de volverla a gozar. En este tan fructuoso modo de vida pasó muchos años, hasta que siendo Guardián de nuestro convento de Madrid, empezó a padecer una calentura continua. Hallándose, pues, muy debilitado, y reconociendo que no podían llegar a la malignidad de su indisposición los remedios que empleaba la medicina, trató de prepararse para morir. Recibió con ardientes y fervorosos actos de caridad el sagrado viático; y previ­ niendo ya muy cercana (quizá con profético conocimiento) la venida de su Señor, dio prima a que le administrasen la Unción-extrema, que recibió con tanto acuerdo y ánimo como si se hallara con la más constante salud. Quedó después con grande quietud y alegría, y adorando tierna y afectuosamente la imagen de Cristo crucificado que 154

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