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entero, pero siempre aquejado por sus graves dolores, y por lo mismo obligado a guardar cama, en la cual sin embargo dio tales ejemplos de perfecta resignación y sufrimiento invencible, que se acrecentó cada vez más el concepto de óptimo y perfecto religioso en que era tenido por todos. En vez de tener necesidad de consuelo, él consolaba a quien se acercaba a su pobre camastro, y animaba a todos a llevar la cruz de la regular observancia. Sintiendo que a grandes pasos se acercaba el final de su vida, pidió y recibió los últimos sacramentos con aquella preparación y devoción externa, que todos esperaban de él, repitiendo frecuentemente y con todo el fervor los actos de amor de Dios y de contrición, hasta que consumido más por las fatigas y por las austeridades que por los años, en el convento de Alicante, como había predicho al construirlo, el 18 de abril de 1619 entregó plácidamente su espíritu a aquel Dios que lo había creado. Fue innumerable la concurrencia del pueblo a sus exequias, que se volvieron más solemnes por la piedad de los Padres Menores Observantes, que quisieron cantar las vigilias y la misa de Requiem por el alma del difunto, hacia el cual alimentaban estima y veneración. Vive todavía y vivirá siempre en la Provincia de Valencia en olor de santidad la memoria de este perfecto religioso, que nos enseñó con su ejemplo de qué manera incluso en medio de las preocupaciones del mundo y de una multitud de asuntos, suficientes para distraer la mente de Dios, pueda conservarse la unión con el mismo Dios y avanzar día a día en la virtud; condenando así a aquellos religiosos tibios e imperfectos que culpan de sus imperfecciones y defectos al oficio demasiado distrayente encomendado a ellos por la santa obediencia, y apoyándose en esta ex­ cusa, olvidan su provecho espiritual, de la cual excusa los miserables verán la inconsistencia, pero sin fruto, más bien en gravísima confusión para ellos, a la hora de su muerte». (Legendario Capuchino, mes de abril, día 18). 9. Ahora tengo que añadir algunas observaciones cronológicas e históricas a la referida biografía del P. Serafín. (Me han dado luz algunos libros de capuchinos españoles; especialmente la Reseña histórica de la Provincia capuchina de Andalucía por el M. R. P. Fr. 132

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