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consiguió ¡o que deseaba. Viéndose ya libre del cuidado de la Provincia, todo e! suyo puso en entregarse todo a Dios en el trato familiar con su Majestad en la oración, preparándose para una dichosa muerte. Todas las mañanas se hacía llevar en brazos de dos religiosos a la iglesia, y sentado en un rincón de la capilla mayor de nuestro convento de Madrid las pasaba todas en oración y otros ejercicios espirituales; oía tedas las misas y comulgaba todos los días, y a mediodía le volvían de la misma suerte a su celda. Aquí, atraídos de su buena opinión Se visitaban los mayores señores de la Corte, muchos Grandes de España y muchos prelados; y su Majestad Felipe III le visitó muchas veces, quedándose solo con él en su celda; y pareciéndole una de éstas a uno de aquellos señores que asistían a su Majestad, viendo que se alargaba mucho la visita, dijo: “Si el P. Fr. Serafín tuviera pies como tiene cabeza, sin duda se llevaría toda la gracia del rey”; cumpliéndose en esto lo que Dios dijo de Moisés, que le honró en presencia de los reyes: Glorificavit eum in conspectu regum. Y lo que el santo Patriarca el señor don [Juan] de Ribera dijo de él, que era 3o que del mismo Moisés había dicho Dios, que tenía gracia con Dios y con ios hombres, y era querido y honrado de El y de ellos: dilecius Deo et hominibus. Pero para que se vea la inconstancia de las honras y aplauso que toda la Corte hacía al P. Fr. Serafín, y el amor grande que le mostraba Dios con estas honras, en un punto se desvaneció todo, y trocándolo las manos le afligió con una grande tribulación, con que probó admirablemente su paciencia, purificando su corazón de los afectos que se le pudieran haber pegado, de las muchas honras que había recibido dentro y fuera de la Religión. Viéronse aquí los secretos juicios de Dios, que un instante se vio desamparado y olvidado de todos como otro Job. Queríale Dios llevar para sí (como se vio presto) y quísole antes desembarazado de criaturas, de honras y de sus afectos, que los que atento consideraron, lo juzgaron por efecto de su predestinación, para que con los méritos de la paciencia asegurase la suya. en Alicante, salió de la Corte. Véase lo publicado en Galería, n° 33 (1994) 20-23, y que se reproduce más adelante como APENDICE. 1 2 2

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