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Extendiéronse más sus deseos a propagarla, a términos más dilatados y fundar nueva Provincia en la Andalucía con la fundación de dos conventos en dos insignes ciudades; el primero en la de Antequera y el segundo en la de Granada. Y habiendo también dado principio a la de Castilla la Vieja con el de Salamanca, fiie fisndador de cuatro [sic en el manuscrito] Provincias: de Sa de Valencia, de la de Castilla, de la de la Andalucía, y de la de Castilla la Vieja , 135 con que podemos decir de él lo que Dios de Moisés; que le hizo Dios semejante con la gloria de los santos: Similem illumfu.it in gloria sanctorum; con la de los santos fundadores de las Religiones, no porque fúndase ninguna de nuevo, sino porque propagó la antigua de nuestro seráfico P. S. Francisco, reformada en los Capuchinos, la plantó de nuevo en tantos reinos, con el espíritu seráfico y rigor evangélico que la plantaron sus primeros reformadores. Quiso Dios en premio de sus muchos servicios ejercitar su paciencia. Había escogido para su celda, mientras nuestros religiosos estuvieron de prestado en la casa del señor duque de Lerma, un aposento bien pequeño, con tan poco reparo para las inclemencias del invierno y rigurosos fríos de Madrid, que su mayor defensa era un delgado tabique. Dióle el mal de la gota, (achaque que padecía algunas veces), y ésta con los rigores del frío de aquel invierno vino a quedar tullido de los pies, sin poder dar paso ni con muletas. Viéndose imposibilitado de visitar a pie los conventos, hizo apretadas instancias con nuestro P. General para que lo exonerase del gobierno; pero no se lo concedió tan presto como lo pensaba, respondiéndole que si no podía visitar a pie la Provincia la gobernase desde su cama, (tanta era la satisfacción que tenían de su talento nuestros superiores ).136 Finalmente Nota margina! de una segunda mano: “Castilla nueva y vieja forman una sola Provincia”. La realidad parece ser que fue muy diferente a como lo cuenta Antonio de Alicante. Serafín de Polizzi gobernaba de modo absoluto, sobre todo en los nombramientos de cargos, siendo protestado por los religiosos ante las autoridades de Roma. Una vez terminó su mandato, se dedicó a escribir cartas a Roma, desacreditando a los nuevos superiores de Castilla. Estas cartas llegaron a manos del rey, con lo que la estancia del P. Serafín en Madrid se hizo insostenible, por lo que, con el pretexto de tomar los baños 121
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